Cómo trabajamos (VII): Efectividad y pragmatismo

Experiencia de usuario
27/9/2016
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Torresburriel Estudio
Escritorio redondo con laptop, gafas, planta, celular, lápices y unas manos de mujer tecleando.

El trabajo de un diseñador de experiencia de usuario es, fundamentalmente, un trabajo de detalle. Supone aplicar metodologías centradas en el usuario, para el diseño de productos y servicios más eficaces, que seduzcan a la vez que consiguen sus objetivos.

Efectividad
Fotografía de j2fc

No estamos en este negocio para dibujar cajas y flechas, sino trabajando en diseñar mejores experiencias que generen negocio. Esto necesita de un buen trabajo de investigación, conocer las expectativas y motivaciones de los usuarios, conceptualizarlas y tenerlas en cuenta en nuestros diseño, hacer pruebas reales, y corregir posibles debilidades de diseño. Un trabajo en filigrana de plata… pero en condiciones ideales.

La realidad es bastante más compleja. Con un pequeño presupuesto, y/o con un margen de tiempo y recursos limitados generar impacto y resultados en el cliente no resulta tan sencillo. ¿Cómo podemos mejorar la efectividad en nuestros proyectos?

Un trabajo de UX más efectivo en el estudio

Para una organización pequeña como el estudio, es fundamental aumentar la efectividad de nuestro trabajo. Uno de los valores de marca del estudio es nuestra implicación con el cliente, pero esto debe convivir con optimizar el tiempo y los recursos disponibles.

La “efectividad” supone hacer correctamente las cosas, y hacer las cosas “correctas”. Esto implica, sobre todo, saber discernir qué parte es trabajo útil de qué parte es trabajo inútil (waste). Una forma sencilla de identificar el trabajo “que no sirve” es preguntarte si nuestro cliente estará dispuesto a pagar por él. Por tanto, no se trata de trabajar más duro, sino hacerlo de forma más inteligente. A veces, tendrás que enfrentarte a hacer algo cutre por falta de tiempo.

¿Significa eso que no tenemos que poner atención a los detalles? En absoluto. Solo debemos ser concientes que esa perfección puede suponer “demasiado” tiempo. Así que conviene encontrar un punto intermedio al tomar decisiones y resolver problemas. Como explicaba Javi Santana, “saber qué puedes puentear y qué debes hacer lo mejor que puedes”. No puedes hacer siempre lo mejor que puedes en un proyecto, porque estarías tirando tu tiempo.

Los buenos profesionales son capaces reconocer dónde está el punto de pragmatismo de lo “razonablemente bueno” y parar en el momento justo. Ya lo dice Pareto, “el 20% de lo que haces genera el 80% de los resultados”. O, dicho de otro modo, el 80% del esfuerzo (en tiempo y recursos) produce el 20% del resultado, mientras que el 80% restante es producido con tan solo un 20% del esfuerzo.

En primer lugar, buena parte del trabajo de gestión y conceptualización consiste en descubrir ese 20% de mayor efectividad, algo nada sencillo. Después, centrarnos en esa parte y valorar si es suficiente. Si no es suficiente, decidir hasta dónde llegar en la siguiente iteración, con la mente en lo “razonablemente bueno”. Acertar supone ahorrar mucho tiempo, sin perder el foco en el resultado para nuestro cliente.

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