¿Hay que ser buena persona para ser buen/a diseñador/a?

Diseño UX
18/8/2017
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Torresburriel Estudio
Escritorio redondo con laptop, gafas, planta, celular, lápices y unas manos de mujer tecleando.

Al hilo de la lectura de un post de Mike Monteiro en Medium, titulado A Designer’s Code of Ethics, queríamos escribir acerca de este asunto que suena tan serio y tan filosófico y que no es otro que asumir las consecuencias de nuestras acciones como diseñadores y de cómo abordamos eso en UX Learn.

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Imagen de Angel Martin

Nuestra tarea como formadores de futuros o mejores profesionales en usabilidad y experiencia de usuario, diseño de producto o e-commerce no se debería circunscribir únicamente a las herramientas y el marco teórico que enseñamos a nuestros alumnos, sino que debería extenderse a la delicada franja de “lo moral” o “lo ético”, es decir, a reflexionar en torno a la responsabilidad individual.

Desde luego, el equipo docente de UX Learn no es quien para juzgar o valorar los proyectos que cada uno de nuestros alumnos/as presenta en nuestros cursos, pero sí sería interesante que, quizá, nos planteásemos recordar que tomar decisiones de diseño, con las herramientas que enseñamos y utilizamos, para crear productos puede tener consecuencias, que es de lo que habla Mike Monteiro en su artículo o de lo que habló Mario Martín en UX Spain y que me dejó la cabeza dando vueltas y del que, probablemente, escribiremos más adelante. En definitiva, lo que quiero plantear en esta introducción, es que no podemos perder de vista que, como también cree Monteiro, para ser buen diseñador es necesario -o recomendable- ser buena persona, porque hay que dar lo mejor técnicamente pero también humanamente, o diseñaremos malos productos digitales.

Volviendo a lo que nos ocupaba, en su artículo, casi a modo de checklist, Monteiro enuncia una serie de recordatorios de lo que es el trabajo de un diseñador/a y lo que no:

  • Un diseñador/a es primero y ante todo un ser humano
  • Un diseñador/a es responsable del trabajo que produce y pone en el mundo
  • Un diseñador/a prima el impacto sobre la forma
  • Un diseñador/a debe a las personas que los contratan no sólo su trabajo, sino su consejo
  • Un diseñador/a acepta bien las críticas
  • Un diseñador/a se esfuerza por conocer a sus usuarios (su público)
  • Un diseñador/a no cree en casos extremos
  • Un diseñador/a forma parte de una comunidad de profesionales
  • Un diseñador/a da la bienvenida a un campo diverso y competitivo
  • Un diseñador/a se toma el tiempo necesario para la introspección

El artículo al que os remitimos es extenso y merece la pena una lectura con pausa, -y quizá otro post-, pero no nos resistimos a trasladar aquí alguna de sus reflexiones sobre uno de los debates más interesantes que, como diseñadores, podemos tener: ¿debemos preguntarnos cómo afecta nuestro trabajo a la sociedad? De lo que no cabe duda es de que lo hace, ya que diseñamos productos digitales para las personas, o las empresas que interaccionan con ellas. Sirviéndose del término rousseauniano Monteiro recuerda que, como seres humanos, hemos firmado un contrato social, y que al elegir ser diseñadores elegimos impactar en la vida de las personas que entran en contacto con nuestro trabajo, lo que significa que nuestras acciones tienen consecuencias -que pueden ser positivas y negativas-, y es algo que nunca podemos perder de vista en nuestro día a día.

Algunos de los ejemplos que utiliza Monteiro en su artículo tienen consecuencias muy serias: si diseñamos una base de datos que sirve para catalogar inmigrantes eso puede hacer que sean deportados, y no podemos sorprendernos de que eso ocurra, pues esas las consecuencias son el fruto directo de nuestro trabajo. Afirma Monteiro en su post que “cuando conscientemente producimos un trabajo que tiene la intención de perjudicar, estamos abdicando de nuestra responsabilidad, pero que cuando lo hacemos de forma ignorante, sin tener en cuenta que nuestro trabajo puede dañar a otras personas somos doblemente culpables”. Es por eso por lo que tenemos que aprender a afrontar -o temer- las consecuencias de nuestro trabajo más que a dejarnos encantar por la brillantez de nuestras ideas si estas van a tener consecuencias graves para nuestros congéneres. En resumen, Monteiro asegura que cualquier objeto o producto que esté diseñado para perjudicar a las personas está mal diseñado, sin importar lo bello que sea, lo brillantemente ejecutado que esté o cualquier otra consideración estética, ya que lo que prima -o debería primar- es la ética.

Así, incita al lector o lectora a plantearse que la expertise que tenemos como diseñadores también tiene que tener su parte de responsabilidad social en la que valoremos las consecuencias de los diseños que se nos encargan, y en que decir que no es una de las habilidades esenciales que cualquier diseñador/a debe tener, algo de lo que también escribió Manel Abella hace unos meses. En palabras de Monteiro, “no sólo te contratan para cavar una zanja, sino para evaluar el impacto económico, sociológico y ecológico de esa zanja. Si la zanja falla en esas pruebas, tu trabajo es destruir las palas”.

¿Estáis de acuerdo con Monteiro? ¿Alguna vez habéis objetado de un proyecto o diseño por razones éticas? Contadnos en los comentarios, nos encantará leeros.

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