Historia del prólogo de mi primer libro: internet y trabajo social

Experiencia de usuario
17/10/2010
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Daniel Torres Burriel
Escritorio redondo con laptop, gafas, planta, celular, lápices y unas manos de mujer tecleando.

Todo empezó como un juego, y tras diez meses la cosa terminó en libro. Era 1998.

Mucho más allá de la historia de colaboración en tiempos sin Wave, sin Twitter y por supuesto sin cancamusa (al menos en los niveles actuales), la experiencia de ver publicado un libro, en papel, que te tiene todo un verano durmiendo 4 horas al día, mientras el resto de los seres humanos de tu edad practican el arte del cortejo, apareamiento y resacón, es una experiencia que sólo se puede saborear años más tarde. Y este es el momento.

Foto del libro: internet y trabajo social
Imagen de la portada del libro Manual de internet para trabajadores sociales

De esta experiencia me quedo, sin lugar a duda, con el momento en el que fui a mostrarle el texto del libro, inocente de mi, a uno de esos profesores que algunos tenemos la suerte de haber tenido. Un profesor que se cree su profesión y sobre todo, que trata como colegas a sus alumnos. Que les habla de tú a tú, les da toda la responsabilidad que quieran tomar, y por supuesto les exige en consecuencia.

Un profesor que cuenta en clase que quizá no pueda terminar una frase debido a la emoción que le supone hablar de lo que está hablando; que no opina gratis en clase pese a que lo fácil y molón sería hacerlo; que te dice que lo que tienes que hacer es aprender inglés y manejar ordenadores (estoy hablando del año 1993); un buen profesor al fin y al cabo.

Cuando fui a verle con el texto del libro, mi intención era pedirle que lo leyera, y si le gustaba, saber si sería tan amable de escribir el prólogo. No sólo lo hizo encantado sino que hizo lo imposible por que fuese editado con todo el cariño. Y así fue.

A continuación reproduzco el prólogo que Miguel Miranda, actual Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza (entonces profesor titular del Area de Trabajo Social y Servicios Sociales de la U.Z.) tuvo la amabilidad de escribir.

“From applied psychology, apart from the measuring scales now in use, we are likely to recive in the future contributions wich may, in many important particulars, modify the methods described in this book. Until case workers know more about psychology, however, than they now do, they will not be able even to formulate their needs in a way to command the psychologist´s attention. There are, then, tasks of absorbing interest awaiting the social case workers of this and the next generation.”

M. Richmond. Social Diagnosis.

De esta manera, invitaba M. Richmond a sus colegas a estar atentos a las novedades que, en este caso desde la Psicología, podían tener repercusiones en el Trabajo Social. Contra lo que algunos mantienen, M. Richmond -esa figura de la disciplina todavía desconocida e injustamente ignorada por muchos trabajadores sociales- nunca pretendió decir todo lo que se podía decir sobre Trabajo Social. Ella, en 1917, ofreció su Social Diagnosis como una síntesis del “estado de la cuestión” del Trabajo Social en ese momento., haciendo hincapié en cuestiones metodológicas, porque no pretende innovar con teorías propias. Su esfuerzo, con esas limitaciones, ya era importante y desde luego mereció la pena. Había estudiado leyes, tenía conocimientos de Medicina, mantenía amistad y había recibido enseñanzas de los principales autores de la Escuela de Chicago, a quien cita en sus libros. Es decir, su formación era multidisciplinar, como no podía ser de otra manera. En realidad en ese momento, ni las propias Ciencias Sociales han construido todavía su identidad y no lo harán hasta mitad del siglo XX. Todo está cociéndose cuando ella trabaja y escribe. Y sabe perfectamente que el Trabajo Social no puede quedarse aislado, mirándose a sí mismo, encerrado en su propio mundo, despreciando los avances que se producen a su alrededor.

Defiendo la tesis de que el Trabajo Social nace precisamente como un intento de enfrentarse a los problemas psicosociales, (el hombre en situación) desde las ciencias sociales, aplicando lo que se suele llamar genéricamente “el método científico”. Este es un rasgo de identidad de los Pragmatistas de los que somos herederos en ésta y en otras muchas cosas. Y M. Richmond mantiene en todo momento esta actitud y apunta una recomendación para las siguientes generaciones: hay que estar atentos a los avances de otras disciplinas, de la Psicología, desde luego, y de la Sociología, y de la Antropología y de la Psicología Social, y de cualquier otra disciplina que facilite a los Trabajadores Sociales ser más eficaces en su propósito: Establecer procesos de ayuda que permita a los individuos y sus familias, a determinados grupos superar las situaciones problemáticas o de malestar psicosocial. Ni en M. Richmond está todo, ni en ningún otro autor, por muy importante que sea. Ella no pretendió nunca crear ningún dogma, ni ningún sistema de conocimiento cerrado y cosificado. Por el contrario, abre las puertas, invita al diálogo, impulsa a la formación en otras disciplinas, (cuanto más sepamos, mejor podremos formular nuestras demandas), en definitiva, lanza al futuro. Su principal batalla, de las muchas en las que participó, fue la formación de los trabajadores sociales, conseguir que estuvieran en condiciones de intervenir adecuadamente, más allá del sentido común y de la buena voluntad, más allá del conocimiento ordinario, y por supuesto más allá de la caridad y la filantropía. Este intento sólo se puede consolidar desde el diálogo permanente con las ciencias sociales.

Pues bien, en esta actitud de estar atentos a nuestro alrededor, vemos cómo en los últimos años el mundo de la informática ha invadido todos los terrenos, también el Trabajo Social. Los trabajadores Sociales no podemos quedar al margen de la utilización de esta tecnología. Y hablar hoy de informática es hablar de Internet. Por ello el libro que Daniel Torres (joven profesional y a la vez pionero en estos mundos) y José Manuel Polo presentan no puede ser más oportuno. En 1917, M. Richmond nos animaba a estudiar Psicología para estar en condiciones de formular nuestras demandas, hoy sin duda, nos invitaría a utilizar la red de redes porque puede ser un instrumento fundamental para la comunicación más allá de fronteras y distancias, y por tanto para el avance de nuestra disciplina. Hay muchas más razones para que un Trabajador Social se convierta en navegador, pero será necesario leer la obra de estos dos colegas para convencerse de ellas.

Un Trabajador Social puede estar en situación de proceso: si lee, si investiga, si participa en Congresos, Jornadas, Cursos, si está suscrito a las revistas profesionales, si compra libros, si tiene alumnos de prácticas, si mantiene la tensión de la formación permanente y se pregunta sobre la calidad de su propio trabajo… También puede estar en posición “de repetición”: si no compra un libro, ni dialoga con nadie ni está colegiado, ni asociado, ni se molesta en aprender e innovar, si no le interesa tener alumnos y someterse a sus observaciones, si hace lo mismo desde hace dos o diez o veinte años. Los segundos son un peso muerto que arrastramos en la profesión. Este libro es para los primeros, para los que quieran mejorar sus prácticas, acceder más rápidamente a la información, a una información quizás hasta este momento más inaccesible, comunicarse con colegas desconocidos y aprender de ellos… Para estos profesionales “en proceso” y para los alumnos de Trabajo Social, este libro resulta imprescindible.

Más allá de la recomendación final del libro, siempre me he quedado y he tratado de que me acompañen varias cuestiones que se desprenden de este texto, y que quiero compartir aquí:

  • El concepto de lo multidisciplinar. Lo importante que es tener la capacidad y la flexibilidad mental para hacer un abordaje de las cuestiones de manera multidisciplinar, aprendiendo a otorgar los pesos específicos de cada perfil para cada necesidad. La ultraespecialización está muy bien y es necesaria en muchos aspectos, pero la visión global que da un equipo multidisciplinar es mucho más complicada de obtener, y muy valiosa.
  • La tremenda importancia que nos da el conocer la historia y los antecedentes de lo que tengamos entre manos. Y un poco más allá, esto me ha llevado a aprender a valorar el respeto a esta historia y a sus protagonistas, como forma de reconocimiento, práctico pero también formal, al trabajo realizado con anterioridad.
  • Lo básico que es tener, conocer y aplicar una metodología de trabajo en los proyectos que abordemos. Desde luego que no es la llave de la excelencia, pero sin ella nos podemos ir olvidando. Siempre digo que el producto es mucho más que el proceso, pero desde luego sin proceso no hay producto.
  • La importancia suprema del contexto. O lo conocemos y lo tenemos en cuenta, o no hay trato. ¿Acaso creemos que sabemos algo si no tenemos en cuenta el contexto? ¿Acaso las cosas son lo que son sin tener en cuenta el contexto? ¿Acaso hay sentido sin contexto? Me pongo tonto, lo se, pero es que no sé ya cómo destacar la importancia del contexto.
  • El debate interno que todo profesional debe plantearse alguna vez. ¿Soy un profesional de proceso,  o soy un profesional de repetición? Si nunca te lo has planteado ya sabes que estás en el segundo grupo. Para contar esto me gusta la expresión: ¿brillo en los ojos o conformarse sólo con ver?

Por supuesto estas conclusiones, o estas modestas impresiones que estoy compartiendo ni tienen que ser todas verdad, ni las que lo sean deben serlo por completo. Yo lo que os cuento es lo que he aprendido de ese prólogo y del proceso mediante el que tuve la suerte de vivir esa experiencia.

Gracias por haber leído hasta aquí, que este post es de los duros 🙂

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5 respuestas a “Historia del prólogo de mi primer libro: internet y trabajo social”

  1. Qué pequeño es el mundo…

    Ni sabía, ni se me habría ocurrido en la vida que hubieras estudiado trabajo social, mucho menos que hubieras sido alumno de Miranda.

    Qué vueltas…

  2. Auguri!! Rescato de este post las palabras de multidisciplinariedad y la importancia de la metodología de trabajo en todo su contexto. Lo multidisciplinar que tratada con cariño se casa con todo, aunque parezca loco. ¿Internet y trabajo social? ¿Internet y administración? ¿Internet y agricultura? Bien nos hablaba Castells de la «Era de la información y sus efectos en una dimensión sociológica del cambio tecnológico; y la capacidad de penetración en todos los dominios de la actividad humana. Del compromiso moral y político del intelectual». Qué sobrado no? Parece que tu libro nos sumerja en esto… Gusto que nos recuerdes que debemos pellizcarnos, que no hay «peor ciego que él no quiere ver». Entonces de premisa la constante de tener profesiones y profesionales en «situación de proceso», utilizando la metodología de búsqueda (investigación) para abordar otras temáticas como estudios, técnicos, financieros, sociales, políticos (lo primero. lo más difícil, pero la llave para hacer fácil las otras). Una permanente situación de plan de mercadeo de lo qué somos en esta «Aldea Global! Enhorabuena felicitaciones Daniel, que sepas que este hijo dará frutos, a mí ya me ha dejado cuestionamientos y en este punto, me has dicho «despierta o mueres» un domingo tarde. Baldado de agua!!! Gracias!!

  3. No es un post duro, pero si muy intenso y enriquecedor. Por su vigencia, merece la pena incluso releerlo varia veces. Me ha encantado la frase: «cuanto más sepamos, mejor podremos formular nuestras demandas.»

  4. Me parece interesante el temario de libro, no conozco otro relacionado con internet y trabajo social. Pero me surge una duda¿Existe una versión digital de este libro?. No quiero decir gratis…

    Enhorabuena por el libro.
    Saludos

  5. Hola Daniel, qué tiempo !! qué experiencia !! y qué visión !!! un abrazo

    Jose Polo

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