Vacíos cotidianos

Diseño UX
25/6/2006
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Daniel Torres Burriel
Escritorio redondo con laptop, gafas, planta, celular, lápices y unas manos de mujer tecleando.

Hace ya varios días que le vengo dando vueltas a un asunto que ha ido apareciendo de forma tangencial por este weblog y también en la crónica del Cocktail Cadius de junio en Zaragoza. Para quienes no estén puestos en antecedentes os cuento.

Un día descubrí, precisamente en el Cocktail Cadius de junio en Zaragoza, una actividad impulsada por el Ayuntamiento, consistente en dotar de vida y de actividad humana a una serie de espacios vacíos, de solares en medio de la urbe, que están medio abandonados o, por lo menos, sin utilizar. La iniciativa, enmarcada en el ciclo En la Frontera, se llama Los vacíos cotidianos, y ha estado comisariada por Patrizia di Monte y con la colaboración de Olga Barriendo. Pues bien, al concluir la actividad Heraldo de Aragón publicó en una de sus contraportadas de domingo una entrevista con Di Monte, en la que contaba la experiencia de una acción de estas características en el medio urbano.

Todo esto viene a cuento, de nuevo, porque creo que es cierto que podemos extraer conclusiones muy interesantes para nuestro campo de interés, en este caso, el diseño de interacción y, añado, los flujos de transmisión de información, a partir de la observación de manifestaciones del tipo que sea. Tengo la sensación de que los entornos urbanos y arquitectónicos tienen mucho que enseñarnos en este sentido, pues su naturaleza, o mejor dicho la naturaleza de su razón de ser se supone, como lo es en los sitios web, que son las personas, los usuarios.

De las palabras de Di Monte, lo primero que me llama la atención es el reconocimiento de que la comunicación del mensaje no debe suponerse de antemano, de tal forma que no se confunda a la ciudadanía a la hora de interpretar las instalaciones, su naturaleza o sus motivaciones. El periodista le pregunta acerca de los desperfectos que han sido ocasionados en algunas de las instalaciones, entre los que se encuentran pintadas contra la Expo o contra el Ayuntamiento. La respuesta que más me llama la atención de Patrizia Di Monte es, literalmente: me equivoqué, tenía que haber hablado más con la gente; dejar claro que esto no tenía nada que ver con la Expo ni con los graffiti. Y, como sucede en un caso de éxito en la web, la respuesta positiva de las personas siempre acapara una parte importante de la sensación de objetivo cumplido, en el caso de Patrizia Di Monte, pasa algo parecido cuando afirma inmediatemente después que ha sido muy gratificante ver cómo los ciudadanos ‘recuperaban’ espacios.

En otros términos, y continúo repasando la entrevista citada, Di Monte afirma que la ciudad de Zaragoza es una ciudad que aún mantiene la escala humana, y eso es estupendo. Lo que me lleva a volver a uno de los puntos de partida de la clave de una interacción exitosa: el usuario. Entendiendo, o queriendo equiparar lo que Di Monte llama ‘escala humana’ con usuario, con persona. De ahí que, de la misma forma que se habla de ciudades que han perdido el componente humano para convertirse en entidades cosmopolitas, deshumanizadas, individualistas y muy modernas, los sitios web a los que les podemos poner esas mismas etiquetas dejarán de contar con ese sabor humano que hace, en muchas ocasiones que el boca a boca o la simple recomendación de unos a otros deje de tener sentido. Y eso mucho me temo que puede ir en contra de una estrategia de fidelización que contribuya al éxito del sitio web. Y eso no lo queremos, ¿verdad?

Por último quiero dejar aquí reflejada otra interesante conclusión de la que habla Di Monte en a entrevista, cuando se le pregunta acerca de la evolución de las tendencias arquitectónicas urbanas. Reconoce que algunas de las creaciones, sobre todo en plazas, han quedado desfasadas porque se construyeron siguiendo las tendencias del momento.

En los 80 se llevaban las plazas ‘duras’, y fue cuando se remodelaron muchas en Zaragoza. Eso pasó y los arquitectos nos hemos dado cuenta de que fue un error. Hoy, la arquitectura convive con la naturaleza, incluso la necesita. Muchos proyectos plantean ya vegetación integrada en la fachada.

Ahhhh, el contexto… qué importante es el contexto.

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8 respuestas a “Vacíos cotidianos”

  1. El arte urbano, es eso, un arte que está en la calle donde el «usuario» es algo vivo que toca, mueve o manipula, no es el primer lugar donde pasa esto, conozco casos de amistades que les ha pasado lo mismo en otras ciudades, sea de la forma que sea, pintadas o incluso llevarse objetos del lugar, como en el caso de la obra que está ubicada por San Vicente de Paul(en donde no queda nada de la instalación), o el situado en frente de Bodegas Almau, también pasó en otra obra de la cual se han llevado hasta el aislante….

    Aparte de esto, la arquitectura es algo vivo y que debe convivir con la naturaleza porque parte de ella, y eso es lo bello, ¿Qué sería de nuestras ciudades si todo fuera exclusivamente funcional? y.. ¿si no hubiera mentes que le dieran vida al gris del asfalto?. Gracias a que existen esas personas con buenos proyectos(http://www.biotectura.com/HSXXI.htm) si no hubiese mentes así, yo me mudaría a la luna…

  2. Exacto Silvia. Lo mismico que pasa con los sitios web, que cuando se convierten en una fría aplicación que no hace nada por que el usuario se identifique con ella, deja de tener ese algo que nos engancha.

    Estos días estoy leyendo a Donald A. Norman, y estoy de un rollo emocional que no puedo conmigo… 🙂

  3. Salvados los detalles físicos o espaciales que diferencian un sitio web de un espacio exterior, sus procesos de creación no veo que se diferencien mucho. La Alhambra de Granada, los Jardines de Versalles, o los sofás de Dieter Rams, por poner unos ejemplos, se gestaron persiguiendo variados objetivos, sí, pero las herramientas intelectuales de planificación fueron probablemente las mismas.

    Propiedades del espacio (coherencia, complejidad, identificabilidad), diseño del espacio (jerarquía, orden, secuencia), escala humana, etc, son antiquísimos items manejados en los diseños.

    Pero y con todo ello, los errores se cometen -por supuesto los éxitos- y afloran a la luz a través de la experiencia y percepción. En ocasiones esto sucede en fase de proyecto y en ocasiones meses después de la ejecución y primeros usos (la Expo sería un ejemplo de ello, o no, si atendemos a su exitoso tempo visitable).

    En esta evolución, nunca por concluir, han dejado su visión Leonardos Da Vincis, Le Corbusieres, psicólogos, paisajistas, geógrafos, etc, etc. Siglos estudiando el problema de las peculiaridades humanas y su espacio «humano».

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